jueves, 24 de enero de 2013

En una habitación de L'Hospitalet del Llobregat...

Una de las cosas buenas de ser biólogo de bota es que no se necesita ir a la selva tropical o a la sabana africana para admirar criaturas fascinantes. El buen biólogo de bota puede disfrutar tanto navegando al lado de una ballena azul como examinando bajo la lupa a un ácaro recogido en una maceta de su ventana. Fue precisamente gracias a ese superpoder que el Octubre del año pasado, 2012, pude vivir una aventura de varios días sin salir de mi habitación.

Llevaba en aquel entonces viviendo yo en l'Hospitalet del Llobregat unos dos años. Desde Mallorca mis padres me mandaban ocasionalmente algún paquete con víveres diversos, algunos de los cuales almacenaba en mi habitación. Y en uno de ellos es donde empezó todo. Una bolsa de cacahuetes quedó por ahí guardada, esperando a que me dispusiera a devorar su contenido, pero se me adelantaron: para cuando quise darme cuenta estaba infestada de larvas de alguna especie de la familia de los lepidópteros (mariposas) desconocida para mi. Ignoro si los huevos fueron depositados allí o llegaron desde la isla, pero fuera como fuera, ahí estaban. Tan pronto pillé a las ladronas podría haberlas destruido, pero decidí que sería más interesante ver qué salía de ahí, así que me dispuse a esperar.


He aquí un ejemplar de esas pequeñas saqueadoras golosonas.

Las orugas debían estar realmente hambrientas, puesto que acabaron perforando la bolsa de plástico con sus minúsculas mandíbulas de insecto. Hay que entender que una larva es un organismo cuyo único fin en este mundo es comer: comer, comer y comer, y engordar lo suficiente para poder transformarse en un adulto. La cuestión es que las muy puñeteras salieron caminando en todas direcciones y se dispersaron por la habitación. Las había en el techo, en las paredes, en la estantería, en el armario y en la mesa. Quizás era el momento de ponerme serio y hacer limpieza... pero volví a decidir esperar. Me limité a eliminar las que encontraba la cama, el escritorio, los libros, el portátil o la ropa, pero al resto las dejé hacer. ¿Y qué hicieron? Pues lo que cabía esperar: la metamorfosis.

Cuando una larva encontraba un rincón de su agrado tejía un minúsculo refugio de seda dentro del que permanecer mientras completaba su transformación. Así pues, al cabo de no mucho tiempo mi habitación se llenó de mariposas, de una especie pequeña y poco llamativa: Plodia interpunctella, algunos de cuyos nombres comunes son palomilla o polilla de la fruta seca (muy adecuado).


Plodia interpunctella. Gracias a la gente de biodiversidadvirtual.com por la identificación.


Podría pensarse que el experimento finalizaba aquí. De hecho es lo que pensaba yo mismo, pero me equivocaba: lo mejor estaba por llegar. Había más provisiones de frutos secos en mi habitación, y en ellas, en secreto, una nueva generación de orugas dedicaba la totalidad de su tiempo a engullir. Si la otra vez fueron cacahuetes, ahora eran nueces. Tras descubrirlo, quizás en parte motivado por el aburrimiento, decidí mostrarme conforme con que completasen de nuevo su ciclo. Volvieron a invadir las paredes y muebles de la habitación, pero esta vez algo fue diferente.

No tardé muchos días en hallar una cantidad significativa de minúsculos bichitos posados sobre la pared, en las proximidades de una lámpara cuya luz probablemente los atraía. Tras observarlos más detenidamente llegué a la conclusión de que se trataba de himenópteros, como las hormigas, las abejas o las avispas. Y de hecho esto último es lo que eran: avispas, pero no de esas de mandíbulas poderosas que pican como un rayo, sino avispas parasíticas. ¿Y qué demonios podrían estar haciendo en tamaña cantidad en mi habitación? La verdad es que no puedo afirmarlo con rotundidad, pero puedo establecer hipótesis. Estos insectos se caracterizan por su curioso ciclo reproductor: buscan a otro bicho y depositan sobre él huevos de los que nacerán larvas que se alimentarán de su huésped. Carne fresca. Algunas cazan y paralizan arañas, por ejemplo, y las encierran en una madriguera que construyen a tal fin. Otras buscan una oruga y ponen sus huevos encima de ella. ¡Sí, habéis leído bien! ¡He dicho una oruga! ¿Podría ser?


El misterioso himenóptero, de apenas un par de milímetros.

La verdad es que tras hacer un examen detallado de las orugas que había diseminadas por el cuarto pude observar que algunas de ellas estaban anormalmente flácidas y débiles. Muchas, directamente, habían muerto y se secaban pegadas a la pared. Y sobre una encontré una avispa con su largo ovipositor, e incluso parecía haber depositado huevos, aunque no me atrevería a jurarlo. Por último, pude contemplar una oruga sobre la que parecía haber una larva mucho más minúscula que ella, si bien no tengo la certeza de que realmente se tratase de eso. 


¿Una mamá avispa parasítica procurándoles un futuro a sus retoños?


En el portal de biodiversidadvirtual.com no han sido capaces a día de hoy de identificar la especie de la avispa, pero algún alma caritativa ha tenido la bondad de sugerir su pertenencia al género Bracon. Una búsqueda en internet revela fácilmente que existe al menos una especie de avispa parasítica que pone sus huevos en las larvas de Plodia interpunctella, y su nombre es, adivina adivinanza... ¡Bracon hebetor! La cual es, por cierto, sumamente parecida a los pequeños himenópteros que se habían instalado en mi habitáculo. No puedo afirmar que se trata de la misma especie, pero parece muy probable... 


¿Podrían ser larvas de Bracon hebetor dándose un festín?

¿No os ha parecido emocionante? A mi tanto o más como el momento en el que el león se lanza sobre la cebra. Pero sobre todo, daos cuenta del detalle clave: pude vivir esta apasionante experiencia sin salir de una habitación enclavada en las entrañas de la ciudad. Sólo hace falta saber mirar.


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Un enlace con fotografías de B. hebetor, para que juzguéis:

12 comentarios:

freyi dijo...

La verdad es que me he quedado alucinada, no había visto esos bichos en mi vida xD

Se ve que has disfrutado mucho con la observación, gracias por compartirla con nosotros :D

Gerardo dijo...

Es que es alucinante, freyi. Pero seguro que los habías visto, si no a estos a alguno por el estilo, solo que no te habías fijado. A partir de ahora ya sabes, a mirar se ha dicho.

Copépodo dijo...

Pues sí, muy buen ejemplo de los superpoderes que te da ser biólogo. Me ha gustado mucho la historia. Creo que yo tuve una plaga del mismo lepidóptero un verano. Llegué de viaje después de 20 días y estaba la cocina llena de polillas. El tarro de los frutos secos de la despensa era un hervidero de larvas, imagínate.

Inés G. de Castro dijo...

Me ha encantado la entrada, tanto tu forma de narrarlo como la historia en si. :)

Homo libris dijo...

¡Muy buenas!

Me ha encantado la historia. Yo mismo tuve una buena cantidad de estas polillas en casa (o alguna especie muy similar) y durante un tiempo dejé que unas cuantas arañas (saltícidos) dieran buena cuenta de los adultos, pero al final después de un par de generaciones la cosa se desmadró un poco y tuvimos que poner remedio o íbamos a tener problemas de verdad con ellas.

No obstante, estas pequeñas observaciones entomológicas son tan apasionantes que en alguna ocasión pensé crear un nuevo blog (o apartado en el de mis Andanzas...) dedicado a estos safaris entomológicos. :)

Por último, una recomendación: consigue, si puedes, unos prismáticos Pentax Papillio y prepárate para alucinar. :)

¡Un saludo!

@Trotalomas

Gerardo dijo...

¡Me alegro de que os guste! La verdad es que son lepidópteros muy comunes.

Homo libris, prismáticos a día de hoy ya tengo, aunque no sean Pentax papilio. Ahora mi prioridad en cuanto a óptica es una lupa estereoscópica, precisamente para acercarme al mundo de la entomología.

Por cierto, queridos lectores, ¡el post está en Divúlgame! Podéis menear si os place: http://www.divulgame.net/ciencia/vida-salvaje-dormitorio :)

Homo libris dijo...

Gerardo, aunque con unos prismáticos normales pueden observarse bien algunos insectos, te aseguro que lo de los Papilio es un lujazo. Eso sí, aunque puedan ser una buena "lupa" o "microscopio" de campo, lo cierto es que una estereoscópica es lo ideal. Yo también estoy detrás de alguna desde hace tiempo, a ver qué encontramos de bueno. :)

Menearemos con el permiso de Copépodo. ;)

Un saludo.

Víctor Tagua dijo...

En Sevilla son muy típicos y todos los años hay dos plagas: en primavera y en otoño.
A mí el primer año me devoraron las infusiones (bolsita incluida), chocolate, nueces, pasas y alguna otra cosa q me comería sin saber q había larvas...

Pero hasta entonces, ni sabía q existían

Multivac42 dijo...

Hay que ver qué fauna que hay por L'Hospitalet... No, en serio, buena entrada, me ha gustado.

Por ser puntilloso, las avispas serían en realidad parasitoides y no parásitos,¿no? Hablo de memoria, pero creo recordar de la carrera que la diferencia es que el parasitoide acaba por matar al huésped, cosa que el parásito no hace. A nosotros todo esto nos lo contaban como métodos de control de plagas, y los parasitoides casi siempre eran himenópteros que se acababan comiendo por dentro a las larvas, al más puro estilo Alien.

En cualquier caso, todo un ejemplo de sacrificio por la ciencia, dejando que la habitación se te llene de orugas, capullos (en el sentido más literal) y bichejos varios en aras del conocimiento.

Eso sí, recuérdame que nunca deje que me invites a cacahuetes! ;-P

Gerardo dijo...

Multivac42, si te fijas bien no digo "parásitas", sino "parasíticas". Es frecuente encontrar ese término para referirse a esas avispas. Realmente es una cuestión taxonómica más que otra cosa, aunque por lo que veo en la Wikipedia el término recientemente ha entrado en desuso por ser un grupo parafilético.

http://es.wikipedia.org/wiki/Parasitica

Gracias por el apunte igualmente. Está bien aclararlo: :)

From the Blue Side dijo...

Puff, me ha costado leer hasta el final por la ansiedad de pensar que para ello has tenido la habitación infestada de larvas, pero me ha encantado.
A mí me hubiese picado todo el cuerpo. Por cierto, me extrana que tantos hayais observado algo parecido. Donde he vivido, en Santander, Cádiz y actualmente en Alemania, jamás he visto nada así.

Gerardo dijo...

¡Gracias! La verdad es que no son tan terribles... si fueran procesionarias entendería lo de los picores, pero estas son inofensivas.

Tienes suerte si nunca has tenido una infestación de insectos en tu despensa, aunque bien pensado si te gustan los bichos siempre es interesante. ;-)